domingo, 6 de mayo de 2018

Mi voz en la tempestad


EL AUTOR
Ejerce el periodismo desde 1986, graduado en el Colegio Universitario de Periodismo “Obispo Trejo y Sanabria” de Córdoba Capital y Locutor Nacional por el ISER (Instituto Superior de Enseñanza Radiofónica) MP 5810. Actualmente vive en la ciudad Autónoma de Buenos Aires y se desempeña como periodista corresponsal para la Universidad Nacional de Villa María (Córdoba).
Además es docente, siendo Profesor Adjunto de los espacios curriculares: Radio III y Taller de Oratoria en la Universidad Nacional de Avellaneda (UNDAV).
 Profesor de la carrera Locución Nacional en la Universidad Nacional de La Matanza (UNLaM- ISER) hasta 2016, ocupando el cargo titular en las cátedras de: Interpretación, Práctica Integral de TV 1 y 3 y Práctica Integral de Radio II.
Actualmente conduce el ciclo de entrevistas con invitados “LA CONVERSACIÓN CON JAVIER ARENAS BELLA” por el aire de la Radio Pública de UNDAV Medios, junto a un destacado equipo de profesionales que coordina Mario Giorgi Director de la emisora y el Ing. Jorge Calzoni, Rector de la Universidad Nacional de Avellaneda .

A raíz de acontecimientos personales que le tocó vivir, se volcó a la literatura, donde encontró la posibilidad de exorcizar el pasado y desarrollar sus inquietudes hacia la poesía.

 Confeso admirador de Federico García Lorca , Alejandra Pizarnik, Antonio Porchia, Sor          Juana Inés de la Cruz,, Octavio Paz y Oliverio Girondo.
En 2017 bajo la tutela de su profesora y amiga Susana Zazzetti, una de las plumas más destacadas de la ciudad Villa María (Córdoba) publicó su primer poemario “Ser de Nadie” (el Dios que yo perdí) con una reciente segunda edición de la mano de TAHIEL EDICIONES .


PRÓLOGO DEL LIBRO “MI VOZ EN LA TEMPESTAD”

¿ Con qué palabra se nombra el vuelo de un águila o la sombra del deseo? . No lo sé. Lo ignoro. En cambio, sí sé que vocablo usar para definir a una persona que escribe y, al hacerlo, entrega imágenes espontáneas, vivientes, que se refugian detrás de los párpados del lector y son mojados estallidos prontos a salir. ¿ La palabra en la que pienso? Sí. Es: Poeta.
Y este hombre, entregado al mar de las emociones, lo es. Lo es por derecho propio y por derecho adquirido con el esfuerzo y la convicción de lo posible, a pesar de malos vientos refugiados en sus noches.
En Javier Arenas Bella, en el hombre y en el poeta, imprevistamente las palabras lo buscan, lo rondan, él le abre sus brazos porque son cordeles que se conectan como cuerpos ardientes, siempre alertas ante la frágil posibilidad del dolor y su existencia.
Entonces las heridas aparecen y es el poema el que las sutura y le permite ver, otra vez,  lilas azules y campos verdes y nuevos.
En este segundo libro: “Mi voz en la tempestad”, hay un tiempo de Dios adentro del cuerpo, en la esquina sur de su corazón, donde el poeta encuentra una mágica reconciliación con su fe, necesaria reconciliación también con el presente. Un acercamiento,  como él dice: “ de la vida/ a la muerte/ que me persigue/ y no me alcanza”, pese al dolor expresado en los versos que inician este poemario:“Dime por qué y hasta/ cuándo/ soportará mi débil cuerpo/esta angustia que oprime./ Llantos que no encuentran/consuelo./ Tantas incertidumbres
que van/ apagándome/  soplos,/ como una nube negra/quema persigue y se encapricha/ en opacar/esta tenue luz/ que vislumbro.”
Y  es Javier, en un ritual de alumbramiento, suspenso entre el mínimo sosiego y  la máxima desazón. Y el poeta inclina su decir, se inclina ante  esta necesidad de renacer, porque encontró una forma, un afluente, un estilo que le permiten su propio despojamiento.
Como vasos que crujen en la noche,  dieciocho poemas de esta obra, suenan con ternura, caminan por tierra fangosa buscando terreno firme.  De pronto, el lenguaje es para él un lugar, un gesto, una mirada, un puente, heridas que buscan escribir su propia historia, estar o no, como exilio del sufrimiento o como reparación de su vértigo y vigilia.
El poeta va tejiendo la finitud y el sufrimiento tras el eco de lo vivido, y para ello usa la esencialidad de la palabra, el verso sin ataduras, poseso de la libertad, el concepto tajante, la estructura deseada. Asimetrías necesarias para esta creación escrita a golpes  de latidos.
Sin enmascaramientos, este confesionalismo tembloroso, lo es también puro, es el empujón que deja una ventana abierta  para
la salida del desgarramiento y el silencio, para que este libro que se entrega a todos, sea, según Nicolás Guillén, “una paloma de vuelo popular” que marca como el estallido de un relámpago en las venas cuando sucede el poema.


Susana Zazzetti
Escritora - Prologuista

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