sábado, 4 de abril de 2020

De Bocca en Boca, felices 115 años


DE BOCCA EN BOCA


Ayer el club  Boca Juniors cumplió 115 años. Viendo la foto que acá les acompaño me parece una linda oportunidad  para recordar que hace 23 años se llevó a cabo en la Bombonera un acontecimiento por demás inusual. La noche del domingo 15 de diciembre de 1997 Julio Bocca , Eleonora Cassano y la compañía Ballet Argentino sentarían el precedente de llevar por primera vez en el mundo un espectáculo de ballet a una cancha de fútbol . Auspiciaba el supermercado Disco, las entradas eran libres y gratuitas y lo que se recaudara en las alcancías que habría en los accesos al estadio estaría destinado a FUNDAI, la organización que en ese entonces luchaba contra el SIDA.  Eso significaba que muchísima gente acudiría al evento. Solo algo nos jugaba en contra. Era al aire libre y las condiciones climáticas de esa nublada y calurosa tarde de diciembre no nos auguraba nada bueno. Había llovido todo el fin de semana y nos encontrábamos en la cancha desde temprano cruzando los dedos  y enterrando huevos rogando  que la lluvia que parecía haberse detenido, lo hiciera definitivamente.  Pero así y todo y para nuestra desesperación cerca del mediodía  volvió a lloviznar, esta vez en forma intermitente. Entre cada chaparrón que caía teníamos un respiro de diez o quince minutos, durante los cuales todos nos dedicábamos frenética e infructuosamente a pasar trapos y secadores  sólo para que momentos después  todo el escenario volviera a  estar empapado por la lluvia. Y ya se sabe que con el escenario mojado, es imposible bailar. En uno de esos intervalos en los que la lluvia nos dio un respiro, decidimos dar ingreso a la gran cantidad de gente que munida de paraguas ya se concentraba en la puerta, para que pudiesen asistir a la clase que los bailarines siempre toman antes de actuar para calentar sus cuerpos y evitar lastimaduras. En la platea había tantas estrellas  esperando ver el show como tantas otras sobre el escenario para llevarlo a cabo.  En un VIP  Mauricio Macri, para entonces presidente del Club, conversaba entre otros,  con Ricardo Darín, Florencia Bas, Alan y Nicolás Pauls, Víctor Laplace, Julieta Ortega, Laura Novoa, Jorge Jacobson y Ana María Picchio. En el escenario además de Bocca y sus huestes se preparaban  Pedro Ignacio Calderón y la orquesta filarmónica Nacional , Alfredo Alcón, Lito Vitale, Patricia Sosa, Tangokineis y el Estudio Coral de Buenos Aires de López Puccio.  Afuera seguía nublado y alguna que otra gota todavía insistía en querer amargarnos la noche. Terminada la clase, los bailarines se retiraron a camarines para vestirse sin saber aún si la función podría llevarse a cabo. Comenzaba a anochecer y la llovizna parecía haber cesado,  así que luego de volver a secar el escenario un vez más, en un acto de audacia y con la confianza en que nada podía salir mal,  a las 21.10hrs  les dimos el OK a Norma Aleandro y Marcos Mundstock que estaban esperando al costado del escenario para salieran a presentar el espectáculo. Un aplauso inmenso los recibió y a partir de ese momento el cielo comenzó a despejarse de a poco y a mostrar el débil titilar de algunas estrellas. El público había cerrado sus paraguas y sorpresivamente comenzaron a llenarse los espacios vacíos de los costados del estadio con la llegada de otros espectadores: eran los hinchas que volvían de ver un partido  de Boca en otra cancha y que gracias a la demora en comenzar tuvieron tiempo de llegar y no perderse este extraordinario suceso.  El show comenzó con un truco de magia de Carlos Barragán, mediante el cual Julio aparecía a través de una pantalla de fuego, totalmente vestido de negro. Y a partir de ahí comenzó la otra magia , la del Universo. El cielo se despejó absolutamente y sobre el oscuro terciopelo de la noche , en medio de miles de estrellas, apareció suspendida sobre el escenario una Luna llena, inmensa, que fue tornando poco a poco su color casi anaranjado en un blanco brillante con el que iluminó  todo el espectáculo  hasta el final, cuando más de 35.000 personas agradecieron a los artistas  durante interminables minutos con  estruendosos vítores y aplausos.
Tres años más tarde, el 29 de enero de 2000, Bocca repetiría la misma hazaña pero esta vez en el  lugar más impensado. 
La cancha de River.

Lino Patalano.

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