La noche dejó varios momentos de conexión genuina entre Kapanga y sus fanáticos que esperaban con ansias esta celebración.
El recital funcionó como un repaso por la historia del grupo, pero también como una muestra clara de su presente. Kapanga aprovechó el momento para señalar cómo su sonido fue cambiando con los años, sin perder la forma directa de conectar que tienen desde sus inicios. Fue un cierre bien kapanguero, fiel al estilo que sostienen desde hace tres décadas.
Kapanga cerró el año con una celebración que dejó una marca evidente: tres décadas después, siguen siendo una banda con una forma muy propia de habitar el escenario. El festejó no solo recorrió su camino, sino también reafirmó esa identidad que los caracteriza desde el primer día. Un festejo a la altura de su historia que seguirá el año que viene con próximas fechas.
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